La firma invitada | Ricardo Figueroa

Las exigencias que supone esta pandemia y sus posteriores efectos, la responsabilidad que tenemos con nuestros deportistas y equipos, nuestra proyección laboral, la capitalización de nuestra experiencia y trayectoria, son solo algunas de las principales razones que como Entrenadores deberíamos tener en cuenta para pensar en nuestro crecimiento personal.

El desarrollo personal no se define por lo que alguien tiene o sabe, sino por lo que puede hacer con lo que tiene y con lo que sabe; sin embargo, al tomar esta valiente decisión, podrá también sumar dos aspectos que considero los más emocionantes y significativos de todo este proceso: nuestro autoconocimiento y nuestro autodescubrimiento. Quienes entran en un proceso de desarrollo deberán asumir que, como todo gran logro, se necesitará tiempo y condiciones para poder funcionar. Aquí es donde se requerirán valores como: la perseverancia, la disciplina y la humildad; claves para sostener esa gran pasión que caracteriza a los que disfrutan el desafío aventurero de ser cada día mejor, esa enorme voluntad para moverse en dirección de sus sueños y propósitos.

Muchas veces las cosas no son como queremos, pero es justamente ahí donde no hay que rendirse, es ahí donde nos ponemos realmente a prueba y donde descubrimos nuestro verdadero valor, decidiendo y tomando acciones. Decidiendo abandonar y sentirnos fracasados o seguir trabajando con mayor fuerza y energía por nuestros objetivos. “Solamente los buenos quieren mejorar. Por eso son buenos” (Nick Faldo) Los grandes entrenadores no es que nunca se hayan equivocado o nunca hayan tenido tropiezos; son grandes entrenadores porque tuvieron la apertura y humildad para encontrar la forma de superar las adversidades y su deseo por ser mejores les ha hecho ser lo que son, mejores.

Una de las características más sobresalientes que tienen los verdaderos líderes de esta profesión de Entrenador, es su capacidad y disposición para aprender de manera continua y estar permanentemente conectados con las variables de su entorno, buscando no sólo adaptarse a ellas, sino que más bien disfrutando el desafío de anticiparse a ellas. Ser cada día mejor es sinónimo de evolución, de desarrollo, de cambio y fundamentalmente, de transformación.

Actualmente, sigue siendo muy importante saber mucho de nuestro deporte específico; sin embargo, lo que hoy resulta fundamental es aprender a conocer a nuestros jugadores, deportistas y equipos, por lo que también el conocer y conectar otras áreas como: la pedagogía, la comunicación, las habilidades relacionales, el liderazgo, la gestión del talento, etc., serán parte crucial de nuestro desarrollo como Entrenadores.

La evolución constante, el logro del éxito en lo que hacemos, proviene de adquirir nuevas formas de vernos y de ver el mundo, de revisar constantemente lo que estamos haciendo y fundamentalmente de entender cómo relacionarnos con nuestro entorno, buscando generar impactos positivos desde nuestros pequeños círculos de influencia.

Finalmente, pienso que ser Entrenador es tener el gran privilegio y responsabilidad de ayudar a cumplir los sueños que nuestros deportistas y equipos nos confían día a día, por lo tanto, creo que la mejor manera de prepararnos para responder a una confianza de esa envergadura es decidirnos a emprender el apasionante viaje de nuestro propio crecimiento personal.

Ricardo Figueroa.